- Ahora estoy aquí -dije.
- Pero te irás pronto.
No iba a mentir. Asentí.
- Creo que sí Ray. Sí.
Entonces hicimos el amor. Hicimos el amor en la bañera y en el dormitorio, bajo las luces y las estrellas falsas que brillaban en la oscuridad. Mientras él descansaba, le cubrí de besos la columna vertebral y bendije cada músculo, cada lunar y cada imperfección.
- No te vayas -dijo él, y sus ojos, esas gemas brillantes, se cerraron y sentí su respiración poco profunda.
- Me llamo Susie -susurré-, de apellido Salmon, como el pez. -Bajé la cabeza hasta apoyarla en su pecho y me dormí a su lado.
Cuando abrí los ojos, la ventana que teníamos delante estaba de color rojo oscuro, y comprendí que no nos quedaba mucho tiempo. Fuera, el mundo que llevaba tanto tiempo observando vivía y respiraba sobre la misma Tierra en la que ahora me encontraba. Pero yo sabía que no podía salir. Había aprovechado esa ocasión para enamorarme, enamorarme con la clase de impotencia que no había experimentado muerta, la impotencia de estar viva, la oscura y brillante compasión de ser humana, abriéndome paso a tientas, palpando los rincones y abriendo los brazos a la luz, y todo ello formaba parte de navegar por lo desconocido.
(Alice Sebold; Desde mi cielo)
2 comentarios:
35D_22'_10"
Gracias muaa
Holica, ya leí todo. Tía, tienes 19 años? Eres un bebesito, toda la vida por delante para hacer lo que quieras.