Dame tu mano. No quiero que tires de mí.
Pero sí sentir esas turgencias cálidas de tu palma,
y notar que todo nos importa.
Y que "imposible" es el adjetivo de los necios.
Tengo más fuerza de la que me suponen. Mejor que lo ignoren.
Pues, junto a ti, me temerían.
Y dictarían leyes para proscribirnos.
Eres manantial de poder, para ir donde yo quiera.
Cuando juntos nos afligimos, nos duele la humanidad,
y nos crecen ansias infinitas, de solidaridades y amores nacarados.
No importa dónde estés.
Ni que te marches cuando claman los relojes.
Estás en mí. Y sé que en tí vivo.
Por todo eso,
dame la mano, que todos lo ignoren, menos yo.
Tú, por siempre, compañero.
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