Quisiera que mi voz fuera tan fuerte que a veces retumbaran las montañas, y escucharais las mentes social-adormecidas las palabras de amor de mi garganta.
Abrid los brazos, la mente y repartíos, que sólo os enseñaron el odio y la avaricia y yo quiero que todos como hermanos repartamos amores, lágrimas y sonrisas.
De pequeño me impusieron las costumbres, me educaron para hombre adinerado. Pero ahora prefiero ser un indio que un importante abogado.
Hay que dejar el camino social-alquitranado, porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas.
¡Hay que volar libre al sol y al viento repartiendo el amor que tengas dentro!
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