- Está bien, muchacha, reconozco que me asusté, pero no de la niebla, ni del repicar triste de las campanas. Me asusté al no verte de pronto, al creer que ya te había perdido, así, nada más encontrarte; me asusté de que hubieras desaparecido como desapareció después esa niebla del demonio, que no me importa de dónde viene ni adónde va, porque sólo me importa mirarte.
(Cristina López Barrio; La casa de los amores imposibles)
2 comentarios:
A veces un pequeño susto por la desaparición de algo o alguien hace que tras ello apreciemos más aun si cabe lo que tenemos. Asi descubrimos que hasta lo mas triste tiene una misión y logra un objetivo.
besos
La solución siempre se esconde tras la esperanza. Has de encontrar la segunda para hallar la primera. Besos :)