Siempre es lo mismo, cada día, y se está conviertiendo en una rutina que me encanta y que aborrezco. Apagar las luces. Poner mi CD favorito. Tumbarme en el sofá. Encender un pitillo. Desconectar del mundo que está ahí fuera, las luces la otro lado de la ventana. Entonces cierro los ojos, y dejo brotar todo tipo de pensamientos. Me gusta llamarlo "tiempo para mí". Pero, irremediablemente, pienso en tí, porque tú estás en cada rincón de mi mente, escondido detrás del más mínimo detalle, acechante. Intento evadir tu recuerdo, con, quizás, algún pensamiento más trascendente. Pero no sirve de nada. Creo que estoy irremediablemente entregada a esa extraña devoción que siento por tí. ¿Sabes? antes me creía muy dura. Pensaba que podía manejar todo esto: que podía quererte si quería y olvidarte si me daba la gana. Pensaba que yo tenía el control en este juego. Pero no. Entonces abro los ojos entre toda esa oscuridad y le pego otra calada al pitillo. Vuelvo a ese estado de ensimismamiento y, por un lado, me da miedo sentirme tan dependiente de una persona porque no quiero volver a sufrir por nadie. Por otro lado, me encanta esa sensación de saber que estoy enamorada de ti y no puedo controlarlo, que ahora vivo pensando en un conjunto, que el tiempo es quien tiene la palabra en esta historia, que esta vez todo puede salir bien; que si no sale, tendré que encontrar la fortaleza para cambiar de camino otra vez. Pero de momento, este camino lo quiero recorrer junto a ti.
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2 comentarios:
Adoro esta entrada Alee!! me encanta!
A&A!!
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