Todos deberíamos de poder ejercer el derecho de estar tristes de vez en cuando. A mí, al menos, me suele ayudar a pensar y a reflexionar sobre las cosas. Evidentemente, tampoco me gusta sentirme de esta manera, pero es casi inevitable. Y cuando parece que las cosas no pueden ir peor, van. Y te sientes peor que mal, y tienes ganas de llorar. Un día te despiertas, abres la ventana, y descubres que fuera también está lloviendo. Qué asco. Odio cuando estoy triste y además llueve (y a veces,como hoy, llueve a cántaros) y el ambiente está gris y hace frío. Cuando la gente camina rápido para no mojarse en un ir y venir de caras largas, los coches te salpican, y parece que el universo entero confabula para que termines de sentirte como una hormiga triste, solitaria y aplastable. Y cuando los días con ese tufillo a rancio se repiten, me siento como viviendo en un 'deja vu' continuo que parece no tener intenciones de terminar. Qué mareo. Entonces solo tengo ganas de meterme en la cama, de encender la calefacción y que mis ojos terminen de llover lo que no hacen las nubes.
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2 comentarios:
Animo Alex, no estes tan triste. muaaa
Perdonamee de nuevo!!
te quieroo!!
A&A!!