Baílame el agua.
1:16 | Author: Álex




Báilame el agua.

Úntame de amor y de otras fragancias de tu jardín secreto.

Sácame de quicio, hazme sufrir...

Ponme a secar como un trapo mojado.

Lléname de vida; líbrame de mi estigma.

Llámame tonto.

Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora.

No me arrastres, no me asustes.

Vete lejos... pero no sueltes mi mano.

Empecemos de nuevo.

Toca mis ojos; nota la textura del calor.

¿Por cuánto te vendes?


Píllate los dedos y deja que te invite a un café. Caliente, claro. Y sin azúcar... sin aliento.

|
This entry was posted on 1:16 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

3 comentarios:

On 25.5.10 , Anónimo dijo...

necesito saber de tii yaaa!!
PD: mola la nueva entrada!!

 
On 25.5.10 , Ugarte dijo...

Pillate los dedos y deja ke te invite a un cafe,con crema,claro,y con dos(o tres)de azucar. y dejame sin aliento

pero sobre todo,empecemos de nuevo

 
On 25.5.10 , Anónimo dijo...

Recuerda los días en los que no te apetecía saber nada del mundo y te sentabas sola en la ventana a leer y a sentir el sol. A veces yo me acercaba hasta tu casa y te observaba pasar las páginas desde un banco enfrente, hasta que girabas la cabeza y me mirabas fijamente... siempre aparecías después de menos de cinco minutos y cruzabas la calle corriendo y sin mirar para abrazarme y dedicarme una sonrisa. Sé que ya se te ha olvidado la manera de contestar un teléfono y hacer sentir cómo estás con unas simples palabras vacías de contenido, pero llenas de forma. Siempre me acuerdo de todas aquellas veces, que cada vez son menos, en las que me mirabas y sin palabras sabíamos lo que estaba pensando la otra. Y nos reíamos, por ejemplo, o yo te decía <>. Ali, también me acuerdo cuando los sábados por la mañana me venías a despertar a casa y te tumbabas encima mío si no me quería levantar. Y cuando le decías a Sergio que me comprase flores para que se acordase de tener detalles. También las tardes que subíamos hasta el castillo y tu forma tan especial de comer pipas y hacer blanco en mi nariz. Y hacerme reír cuando solo tenía ganas de gritar, con simples tonterías que escogías tan bien porque sabías que me iban a hacer olvidar.

Sabes perfectamente que estoy enamorada de tu forma de ser, pero de la de antes, no de la de ahora... aunque sé que sigue ahí, escondida en algún sitio, no te empeñes en hacerme creer que has cambiado con el tiempo porque a veces sigo viendo esa alegría tan tonta en muchas de las cosas que haces.

Eres lo mejor. Empieza a darte a valer y termina de dejarte pisar tanto por gente que no sabe apreciar lo que yo si.
Lo habrás adivinado ya, pero soy Johana.